miércoles, 17 de abril de 2013

Cartas a Lucía (o petición desesperada a la solidaridad de los lectores)




Hace casi un año que no posaba la vista en mi, otrora, terapéutico blog ...



  ... así que, como entenderéis, o como es lógico suponer, la idea de retomarlo no ha sido fácil. Simplemente, me resultó demoledor dedicar esfuerzo y sentimientos a una plataforma poco transitada y poco interesante. Imagino que, este es un sentimiento en común con la gente de bien que no encuentra correspondencia con lo que trata de realizar.


  Por eso, retomar el blog tenía que tener tras de sí, un motivo de peso, un motivo importante, y por supuesto, más terapéutico que el propio hecho de retomar algo inconcluso. Ayudar a las personas es, sin duda, una buena terapia. Si no, ved películas con la trama maestra de héroe, cuando ese héroe, al ayudar a los demás mejora como persona.


  Ayudar es, pues, uno de los verbos (y si no lo es, debería serlo) más básicos del significado de ser humano. Básicamente, quien no ayuda pierde, su humanidad. En sentido moral, por supuesto. Así que, no queriendo provocar en vosotros la lacra de no ayudar, me arriesgo a promover ese conflicto interno en vuestra conciencia y os reto a una cosa muy sencilla: ver si, oída una historia muy singular y concreta, no pensáis en varias palabras muy rotundas y perfectas. Las palabras son, a voz de pronto: valentía, generosidad, amor, solidaridad, coraje, conciencia social ... y sigue ... y sigue.


  Muchas veces, oímos historias que nos conmueven. Vemos, o leemos, Dios nos libre, historias de Nicholas Sparks y tenemos que reprimir la lágrima. Pensamos en Ryan Gosling,  Rachel McAdams, en qué tienen que ver Nick Cassavetes y Sparks, y en Channing Tatum (por partida doble). Decimos, guau, qué historia, qué bonito es el amor, qué bonitas las distintas capacidades del ser humano. Inmediatamente, creemos que el amor es lo más bonito del mundo. Los más escépticos pensarán en lo manipuladora que es la película, algo así como la b.s.o. de Lo Imposible. Pero, sea como sea, nos hacemos a la idea que esa historia, ocurre en Estados Unidos y si eso, es decir, si los designios de las productoras así lo permiten, en Gran Bretaña. ¿En España? Por lo visto, lo más parecido que tenemos son una retahíla de diversos cachivaches fílmicos protagonizados por un escultural Channing Tatum, perdón, Mario Casas. Que al caso, es lo mismo. Luego también hay películas buenas, pero o las encuentras en filmin o ni te enteras que existen (cosas del mainstream). Aparte, tienes cierta nominación a mejor guión adaptado para Tengo ganas de ti, pero a esas alturas, lo normal era tener ganas de cualquier cosa menos de ti.


  De este modo, y buscando en el cinematógrafo nacional, buenas historias de amor (y si hay motos de por medio, y M. Casas con chupa de cuero intuimos un sonrojado pero forzado acercamiento del término valentía), nos damos cuenta que, si las hay, desde luego no están protagonizadas por un escultural y auto-escondido (no me digáis que en Grupo 7 lo hace mal) Mario Casas. Tampoco son co-producciones España-PaísConCapital. Tampoco son producciones de Madrid o Barcelona. Por lo visto, hay una historia que aúna todas las palabras de las que hablamos antes. Eso sí, transporta esas palabras al epicentro de la realidad, de lo que de verdad ocurre, casualmente, a menos de 50 kilómetros de muchos de vosotras/os. Resulta que hay una gran historia, más digna de contarse que el encomiable diario de Noa y las intrascendentes ganas de cierto personaje de una película-ya-mencionada de mancillar el sagrado cuerpo de la actriz pluri-empleada de turno (que para el caso, mejor contratar a una neonata y promover eso que se conoce como empleo), aquí al lado. Dentro de la propia, verde y cara Navarra.


  Una historia, única y, que de no serlo, habría que dar gracias a quien cada uno crea que deba darlas y, desde luego no a Chávez (como muchos creen que deberían hacer, al fin y al cabo se encuentra expropiando palacios celestiales a la diestra del Creador), ni mucho menos a Mao, el ilustre inventor de la eterna moda ibicenca en lo que a camisas se refiere.


 Una historia curiosa, con final feliz, pero con un triste inicio y un difícil desarrollo. La historia de una familia, una familia normal, de lo más normal, con tres hijos biológicos que, haciendo frente a lo que ello supone y, más aún, a lo que ahora supone, deciden adoptar a dos pequeños chinos. Sin embargo, lo que para mucha gente snob es seguir los dictados de Benetton y promover la amalgama racial hogareña, y sin salir del mundo del cine os podéis hacer una idea de a quién me refiero..., para esta familia fue todo un desafío, y por supuesto, todo un derroche de fuerza y unidad, ya que, los dos pequeños traían bajo el brazo sus propios problemas. Totalmente ajenos a la crisis multi-sustantiva de España y Europa, la pequeña Lucía es ciega de nacimiento, y el más pequeño aún Juan, padece autismo. Todo ello, aderezado con el profundo amor de su nueva familia hacia ellos, y las ganas de echar pa'lante como dirían en mi sufrida tierra.


Así que, hagamos cuentas:

  Cuando hoy en día, la tendencia es no tener hijos por a) pereza, b) poca liquidez, c) inestabilidad socio-económica, d) paro, e) los bebés son caros, f) quedarme embarazada perjudica mi espléndido físico y g) demás estupideces estilo Gandía Shore, esta familia ha aumentado un 40% su progenie adoptando a niños que, realmente (y cuando digo realmente, lo digo con énfasis) lo necesitaban.


  ¿Y por qué?, diréis. Porque el estado de los orfanatos en la China comunista es absolutamente deprimente. De hecho, Penélope Cruz y Javier Bardem piensan educar allí a su progenie, por eso de la coherencia ideológica y tal. Fuera bromas, hay una organización COCOA, y un documental muy particular donde podéis ver, sin trampa ni cartón, qué ocurre en esos orfanatos. Y digo, orfanatos, por no llamarlos otra cosa, porque comprendido, Dios mediante, por los socialistas que un bebé ya, sí que sí, es persona (por el importantíiiiisimo hecho de salir del seno materno) uno no se explica cómo arremeten contra los nazis y abrazan a los comunistas. Lo dicho, una coherencia ideológica que brilla por su ausencia. Puede que hayáis visto películas fuertes, y no me refiero a la malograda trilogía Hostel, ni siquiera me refiero a A Serbian Film. Como sabéis, al lado de la propia realidad, la ficción es más ficción que nunca. Algo fuerte es ver a un bebé morir en directo por falta de atención facultativa. Y eso es una medida sistemática y generalizada de un gobierno hostil frente a la vida y demás privilegios que no deberían serlo, como el desarrollo personal, la felicidad, la posibilidad de salir adelante...


  Así que, si estabas pensando en comprar una bandera comunista o un parche para coserlo a tu chaqueta vaquera, eso sí, de Levi's, harías mejor en invertir el dinero en otras cosas. Otras cosas que, al menos, no suponga la aprobación y el consentimiento de dichos actos auspiciados bajo una bandera, por desgracia, internacional e intercontinental.


  Si ahora pudieras elegir, ¿qué preferirías? ¿Volver a ver El diario de Noa, llorar un rato, y ver lo bien que se mantiene Ryan Gosling?, ¿o bien ver un corto-documental sobre la decisión de una familia con más valentía que muchos de nosotros? Yo la verdad que, por amor al arte, me inclinaría por la segunda opción. Por amor a muchas otras cosas, también. Y eso que está Rachel McAdams de por medio ...


  Si te quedas con la segunda opción, tengo una mala noticia. Trágicamente, aún no existe ningún cortometraje documental sobre lo que hemos hablado. Aún no podrás ver cómo es ahora la vida de unos niños felices con unos padres y unos hermanos que se desviven por ellos. Aún no podrás ver como en España también hay historias, perdón, Historias, completamente ajenas a la sensiblería manipuladora y barata de Sparks & Co. Lo siento mucho, pero aún no podrás ver en una pantalla qué es ser valiente, cuando no sabemos hacer otra cosa que quejarnos, yo el primero, por lo mal que van las cosas. Lo siento mucho, muchísimo, ya que aún no podrás utilizar la pantalla como espejo, para ver en qué puedes mejorar como individuo, y nosotros como sociedad, aún no podrás ver un claro ejemplo de humanidad, perdón, Humanidad (y no me refiero al colectivo, si no a la capacidad). Lo siento ... lo siento de veras, porque si te guías por las películas de Park Chan-Wook, tu esperanza en los hombres es mínima. Y lo siento, lo siento de veras, porque si tu esperanza en los hombres es mínima, aún no podrás ver el subidón, subidón (estilo Chimo Bayo) que provoca esta historia, perdón, Historia.


  ¡Pero tengo una buena noticia! Aún no la puedes ver, porque aún no está acabada. Todo lo que se empieza, debe acabarse (algo así es lo que todos le diríamos a Spielberg sobre Indiana Jones y a Disney sobre Star Wars). Sin embargo, para que las cosas se acaben es necesario reunir el dinero necesario. Así que, si quieres ver el documental terminado, puedes dejar una miguita de pan en el camino, y ayudar a la generosidad y la solidaridad a encontrar el camino de regreso a casa.

domingo, 29 de abril de 2012

Nuevo blog: Tumblr.


Queridos lectores y esporádicos visitantes:




         Ya que cada vez más me estoy interesando por la fotografía, a la vez que cada vez tengo menos tiempo para escribir, he decidido abrir otro blog con Tumblr. únicamente de fotografía. Se llama (Sun/day) Amateur Photography. En este nuevo blog iré colgando las fotografías que vaya haciendo, y poco a poco, intentaré ir desgranando cada sección de este blog en blogs diferentes y más especializados. Para ello, y para lograr un mayor rendimiento y seguimiento tendré que cambiar los nombres, de modo que sean más identificables con el tema que se trate. "Tres Palabras (Carlos De Domingo)", es un título que nació con más broma que seriedad, y lógicamente, es un nombre que "oculta" en la red la existencia de mi blog. Si quiero hablar de cine, el título debería hacer alusión a eso, o a la música, o a la literatura, nunca mi nombre, ya que siendo un desconocido, mi nombre es posiblemente el título que menos salida podría tener en la blogosfera. Por ello, ya os he indicado mis intenciones: sin ignorar la continuidad de este blog, poco a poco, y según el tiempo me lo permita, iré abriendo blogs diferentes, más especializados, y con una capacidad de seguimiento mayor, según título, constancia y diseño. Al fin y al cabo, éste blog lo comencé bajo la exigencia de una asignatura de la Universidad, donde únicamente debía publicar los ensayos que íbamos redactando para clase. 5 meses después, ya supera las 13.500 visitas. No es ninguna cifra desorbitante, pero si tenemos en cuenta que no estudio nada relacionado con cine, ni literatura, ni filosofía y recién empecé con el mundo de la fotografía, me doy por satisfecho. Esperemos que, con grandes dosis de ganas, consiga (para bien o para mal) el mismo seguimiento con este blog.


        Espero que os gusten las fotografías y el nuevo blog, pero, pase lo que pase, no os dejéis de meter en éste, ya que aún no tengo intención de jubilarlo (de hecho, estoy esperando a las vacaciones para volver a escribir compulsivamente).



¡¡Muchas gracias a todos!!




sábado, 28 de abril de 2012

Callejeando Pt. 2













jueves, 26 de abril de 2012

Patinadoras





jueves, 12 de abril de 2012

Playa y Cielo Pt.3




























Playa y Cielo Pt.2












sábado, 7 de abril de 2012

Playa y Cielo Pt.1














sábado, 31 de marzo de 2012

2º Premio Concurso de Fotografía de la Universidad de Navarra


Anonymous: ¿Ciberactivismo o terrorismo 2.0?



jueves, 29 de marzo de 2012

Los sindicatos y su huelga general: al servicio del neardentalismo cívico


        Los sindicatos se crearon, allá por el siglo XIX, con un intenso sentimiento de necesidad y urgencia. Las relaciones laborales entre empleadores y trabajadores eran, en la mayoría de casos, injustas, explotadoras, e incluso peligrosas. En aquellos tiempos, la práctica laboral o empresarial tenía un solo fin: reportar beneficio al empresario, de modo que, no solo amortizara el capital inicial sino que le acarreara ganancias con remarcada periodicidad. Esta forma de ver la actividad empresarial, originó un "todo vale" en sentido ético-laboral. La producción, y por tanto, el beneficio bruto, era lo importante, sin valorar las condiciones laborales más básicas. Es en esta época donde podíamos ver aberraciones sociales como el trato degradante al empleado, los oficios de especial peligrosidad, el sexismo laboral, la explotación de menores, así como la falta de higiene en el espacio físico del empleo, o la falta de garantías del empleado frente a su empleador. De este modo, y sin centrarnos en una realidad tan básica como el bajo salario por el trabajo realizado, la figura del empresario era realmente tiránica y dictatorial frente a un conglomerado de trabajadores que, circunstancialmente (demografía adversa), caían en el analfabetismo, y la falta de cualificación especial para desarrollar otros trabajos distintos a los meramente físicos. Esta realidad, respaldada por una sociedad que encontraba su riqueza y acomodo en la explotación laboral, establecía, realmente, una transgresión social que favorecía el clasismo y la marginación y distancia entre las clases sociales. En este contexto, los sindicatos significaron aliento y ayuda para los trabajadores que sufrían estas prácticas laborales, ya que luchaban por causas vitales, lícitas y éticas, como el reconocimiento de la dignidad de la persona como trabajador, todo tipo de garantías en el empleo, un trato justo, y un salario y un descanso (y demás requisitos mínimos a cumplir por parte del empresario) proporcional con la actividad laboral. 


       Pero, como ya hemos dicho, eso fue allá por el siglo XIX. Casi nada, que dirían algunos, ya que en aproximadamente dos siglos hemos podido vislumbrar todo tipo de legislaciones laborales en diferentes países desarrollados. Esa misma legislación laboral que prohíbe, y supera en la línea histórica, toda práctica anacrónica propia de la industrialización y el tiranismo patronal. Seamos sinceros, actualmente, la legislación (y, por ende, la jurisprudencia) laboral está al tanto, y reconoce y obliga al empresario a cumplir hasta el más pequeño de los deberes que tiene con sus empleados. Es sencillo, el panorama laboral actual dista mucho, muchísimo, del panorama laboral decimonónico. De hecho, es un abismo tal que comprende la Constitución, la ratificación de la ONU y de la Unión Europea, la creación de los partidos políticos de los cuales se desprenden los sindicatos de moda, así como una maravillosa y aliviante Declaración Universal de Derechos Humanos. Todo esto, sin contar con la percepción humana (en algunos casos, claro) y social que rodea las relaciones negociales y laborales, así como la aparición de la ética laboral o la dirección de personas como pilares fundamentales en la personalización y competitividad en la opinión pública de la mayoría de las empresas que conocemos. Así las cosas, podríamos considerar que el sentido vital de los sindicatos está obsoleto, superado y cumplido. ¡Felicidades! Lo conseguisteis, hicisteis algo bueno por los trabajadores y la sociedad: ayudasteis a que se cumpliera algo que el cristianismo venía diciendo desde hace mucho, que todo hombre y toda mujer posee una dignidad infinita que no se puede vulnerar.


       Pero, qué difícil son las cosas. No lejos de contentarse y relamerse con las mieles del trabajo bien hecho, y la satisfacción de haber logrado cierta importancia en el panorama político en general, los sindicatos han aprovechado los descosidos democráticos y pluralistas para envolver a los ciudadanos con sus utópicos (o más bien distópicos) cantos de sirena . Hoy en día, los sindicatos se conForman como los valedores prácticos, diarios y cercanos de los trabajadores, frente a la vulneración de sus derechos, con el único superior jerárquico que la jurisdicción social. Sin embargo, es visible, palpable y notorio, que los sindicatos se comPortan como los competidores (nacionales y regionales) más forzudos de un tira-soga político que implica a toda la sociedad. Actualmente, la función primordial de los sindicatos, es, en la práctica, el "tira y afloja" entre las respectivas fuerzas políticas o empresariales. Por ejemplo, un sindicato siempre estará en contra de las sugerencias o medidas del empresario, de modo que siempre intentarán "rascar" más hacia el lado de los trabajadores. Este ejemplo, que por un lado y en la teoría se podría considerar muy beneficioso para los trabajadores, supone el freno interno de toda actividad empresarial, sin atender a razones lógicas que ponga sobre la mesa el empresario. Bien es cierto que el empresario no debe frivolizar sobre los puestos de trabajo, y es lícito que los sindicatos negocien por conservar dichos puestos de trabajo. Pero es una verdad universalmente conocida que "de donde no hay, no se puede sacar". La actividad empresarial, como pilar fundamental del desarrollo económico y competitivo de una sociedad (más en términos de globalización), supone tomar decisiones difíciles (de ahí, el gran beneficio económico que puede reportar si se desarrolla correctamente), decisiones que corresponde al empresario o al consejo administrativo y que, al igual que sobre los empleados, repercutirán sobre la propia empresa. De este modo, los sindicatos se inmiscuyen, so pretexto de vigilar los derechos de los trabajadores, en decisiones que no les competen, sobre materias que igualmente no les competen, condicionando el margen de maniobra que, legítimamente (ya que, podríamos decir, para eso es su empresa) posee el empresario o empleador. Otro ejemplo, sería la negativa constante y reiterada a toda medida o reforma que un partido de la derecha crea conveniente desarrollar. Independientemente de lo adversa que sea cualquier situación, y al igual que en el caso de la empresa con el "empecinamiento sindical", un sindicato sirve más a la ideología de izquierdas que a la propia lógica política-social. Es un "NO" continuo a lo que diga el empresario o la derecha, es desatender necesidades (que acaban afectando a los propios trabajadores) por acumular importancia política (que la tienen) y afiliados en busca de, cómo no, más (lo que sea: salario, seguros médicos, prestaciones laborales...). La principal arma que tienen los sindicatos es el poder de convocatoria, aderezado con una sutil y nutritiva capacidad para la manipulación mediática y retórica. Como corderitos dulces e inocentes, los afiliados obedecen toda pretensión kamikaze que busque la obtención de mayor poder institucional por parte de su sindicato, manifestando notablemente la falta de inteligencia y criterio, por un lado, y de ensimismamiento y encerramiento político, por otro.


        Asimismo, los sindicatos se postulan como entes que ahí están, que van de la mano con la izquierda del país, y que de vez en cuando (es decir, a diario) dan su opinión intelectual, docta y sabia (nótese la ironía) sobre mercados internacionales, productividad, medidas fiscales y políticas laborales. Para más inri, los sindicatos predominantes en la actualidad, CC.OO. y UGT se desgranan de partidos políticos de corte comunista y socialista respectivamente, lo cual los coloca, por antonomasia y definición, como confesos enemigos de la economía capitalista, que es la división en la que juegan, en la actualidad, prácticamente todos los países desarrollados. Igualmente, mantiene un carácter sectario y de (hipotética) unidad frente al empresario o al político de derechas. Más concretamente, resulta bochornosa la hipocresía fáctica de personajes como Cándido Méndez, secretario general de UGT, que, escándalo tras escándalo, resulta que tanto su sindicato, como CC.OO. tienen cuentas millonarias fruto de los irregulares ERE's de Andalucía. Si por los sindicatos fuera, directamente, no nos encontraríamos en una sociedad como en la que nos encontramos, ya que propugnan una teoría socialista y comunista, teorías ya superadas y de difícil práctica. Por ello, es una realidad que los sindicatos forman parte de esa clase política y ciudadana que vive anclada en un pasado teórico y puramente ideológico, donde no importan los intentos fallidos por parte de los soviéticos y sus países satélites.


      Pero, de forma equidistante a estas cuestiones, nos encontramos con la gran expresión del neardentalismo cívico: la huelga general. Lo que en un principio es un derecho constitucional, el derecho de huelga, se contrapone como la carta blanca de todo ciudadano para no-trabajar y criticar las medidas gubernamentales. Pero no solo eso. Seamos sinceros, ¿de verdad creemos que unos sindicatos que proceden de la izquierda más extrema, no van a manifestarse contra un partido de derechas, actúe correctamente o no? Claro que no, se manifestarán aunque les dejen a los sindicatos redactar un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Realmente, es un cruce entre crítica política-ideológica y laboral, todo ello condensado con la errática e indecorosa creencia de que la Derecha+Iglesia+ClaseMedia/Alta únicamente quiere restringir los derechos de los trabajadores. Lo podemos oír en cada entrevista a los sindicalistas, hoy mismo, en la televisión o los periódicos. Supuestamente, los sindicatos están luchando contra la inminente restricción de derechos de los trabajadores. Y quien dice restricción, dice vulneración, erradicación, violación o menosprecio, precisamente de unos derechos que poseemos todos los españoles. Todos, ya que todos tenemos el derecho al trabajo y podemos ser sujetos de obligación y derechos por parte del Estatuto de los Trabajadores. Entonces, ¿qué podrían decir los sindicalistas? ¿que la Derecha, es decir, el Partido Popular = Gobierno de España, intenta crear un desbarajuste para aquellos empleos o contratos que no se blindan tanto con la presente reforma? No, son simples ganas de crear una desestabilidad política y de opinión pública que mine la credibilidad institucional de un Gobierno en ciernes y que, la verdad sea dicha (le pese a quien le pese), tiene que hacer frente a una errática y dolorosa herencia de malestar social, económico y moral. Esa misma herencia que, en el plano moral, hace odiar, por parte de la izquierda todo movimiento político y completamente legítimo (una mayoría absoluta lo respalda) que realice la derecha, criticando lo incriticable, por simple gratuidad y facilidad para hacerlo. Porque sí, mucha crisis económica, y de valores, pero ahora podemos ver el envilecimiento retrógrado y "zancadillesco", de la izquierda más deshonrosa, que no deja de tirar los pocos trastos que le quedan no sólo contra el Partido Popular, sino con una inmensa mayoría de españoles que le votó en las Elecciones Generales. Precisamente, a propósito de esta afirmación, no han dudado en "revocar" esa pasada y aplastante victoria, por una fría acogida en las elecciones autonómicas, que supondrán, con toda seguridad, unos cuantos kilómetros más bajo tierra para la inerte y "palurdizada" Andalucía.


        Pues bien, hoy 29 de marzo de 2012, sufrimos otra huelga general. Una huelga general que indica, como nunca antes lo había hecho, la falta de criterio y ganas de ayudar de los sindicatos y de la izquierda en general, que se postula como eterno crítico-destructivo con respecto a su sucesor en el Gobierno (actividad favorita de la izquierda: manipular, mentir, criticar, avivar llamas de odio fraticida...). Resulta interesante, dentro del ambiente huelguista, como los sindicalistas han querido fusionar dos artículos de la Constitución (los sindicatos aparecen en el 7º), como son el que reconoce los Partidos Políticos, y el 8º que trata sobre las Fuerzas Armadas. Me refiero, claro está, a las prácticas coactivas que, en voz y puños de los piquetes, conlleva toda huelga general "que se precie". Si, en principio, la misma huelga general presenta un claro objetivo y pretensión de un ente concreto, es lógico entender que la credibilidad y éxito de éste es producto directo del éxito de la propia huelga. Así las cosas, el éxito de todo sindicato y sindicalista se deriva del seguimiento de la huelga general. ¡Pero qué listos son! Algo que, históricamente, es muy propio de la izquierda, es el desorganizado y caótico trato hostil, una convicción que solo la ignorancia y el odio puede generar. De ahí, de ese precioso mejunje, sale la figura del piquete. Esta figura, que ya nadie recuerda su sentido en los inicios de los sindicatos, se ha perfilado como el lado violento, delictual, agresivo y antijurídico de la huelga. Vale, lo reconozco, existe un derecho a la huelga, pero este derecho jamás preponderará sobre la libertad individual y personal de todo hombre y toda mujer. El verdadero logro de la humanidad tras un tormentoso siglo XX fue la ratificación institucional del Estado de Derecho y la consideración de plena libertad para los ciudadanos, dentro de lo permitido en el marco de la legalidad. Por ello, es un horrible abuso, que siquiera puntualmente (ya que, gracias a Dios, huelgas generales no hay todos los días) exista una figura tan redomadamente ilegal e ilícita en su práctica habitual. Como todos sabemos, los piquetes coaccionan a comerciantes o trabajadores, para que se unan (forzosamente) a la huelga, lo cual consiguen gracias a la manada que tiene detrás, que no para de intimidar y proferir alaridos hostiles. El piquete, es un cruce entre embaucador y inquisidor de la peor calaña, que no duda en convertirte a su atea "religión", so pena de desagradables consecuencias nada purificadoras. Igualmente, el vandalismo va de la mano con esta figura, ¿si uno tiene la libertad de coaccionar y provocar cierres en los comercios, porque no la iban a tener sus compañeros a la hora de destrozar mobiliario urbano y privado? Continuamente podemos ver como todo un sindicato o marcha sindical se ve perjudicada por la actuación de unos pocos (o eso queremos creer) que no duda en llevar a la práctica la coacción, las amenazas o el vandalismo. Pero esto no solo genera un daño económico, estos hechos ponen de manifiesto la crudeza moral de los sindicatos que lo toleran y lo promulgan. En días como hoy, podemos ver la falta de educación de los sindicatos, a base de gritos, insultos, proclamas absurdas, además de las ya citadas coacciones. No dudan en hacer "ruido", un ruido destinado a la expansión del mensaje sindical, pero que realmente, pone de manifiesto la verdadera naturaleza anti-social de estos sujetos, auténticos neardentales cívicos, o mejor dicho, in-cívicos. Los sindicatos llevan toda la vida con el verbo LUCHAR como máxima proclama, como si de una auténtica guerra empleado-izquierda&empresario-derecha se tratase, difamando toda postura de acercamiento negocial. En plena era de los derechos humanos, al menos en un plano tan notorio como éste, es intolerable el lenguaje sindical de hoy en día, un lenguaje que cual proclama bolchevique llama a avivar un odio de generaciones pasadas que verdaderamente sufrieron el coste de sus acciones.


jueves, 22 de marzo de 2012

"Biopic: un género diverso" Pt. 1


        Porque, si nos fijamos en los últimos años, seguramente podremos escoger un buen número de películas que, con mayor o menor repercusión o reconocimiento , pertenecen a este género: el biopic o película biográfica, aquél tipo de película que recoge las andanzas de personajes históricos o reales. Con el tiempo, este género se ha consolidado como uno de los más fiables y demandados, por varios motivos. En primer lugar, acerca a los espectadores personajes históricos que no tienen porqué ser por todos conocidos (rescatar personajes de tiempos pasados, o que pertenecieron a una época o una profesión concreta). En segundo lugar, debido a que ver una película es más cómodo para el ciudadano medio que leer una biografía escrita, con la inversión de tiempo que ello conlleva. Igualmente, realizar un biopic, dependiendo de la perspectiva que éste tenga en relación al personaje principal, podrá conllevar facilidades a la hora de conseguir financiación (fundaciones o asociaciones relacionadas con el personaje), aunque no siempre sea lo ideal, ya que puede interferir, mediante pacto o negociación, con la visión que quiere transmitir el guionista. Además, retratar a un personaje de interés público en una película, supone un reclamo publicitario muy superior a lo que pueden conseguir otras películas, ya que movilizan, dependiendo del nivel de reconocimiento del personaje, a simpatizantes y retractores, movidos por el morbo que provoca la adaptación cinematográfica de una vida real, que supuso cierta importancia en algún medio específico. Del mismo modo, el biopic, dada su dificultad interpretativa (no solo un parecido físico aproximado, sino estudio del acento/lenguaje/gesto/expresiones, así como el humor/temperamento del personaje), supone un reto para distinguidos actores y actrices que no dudan en embarcarse en producciones de este tipo, ya que en la mayoría de los casos, encarnan a personajes de relativa y visible importancia, lo cual suele verse traducido en nominaciones a los grandes galardones. Además, la dificultad añadida para el equipo técnico es impresionante, ya que no parten de cero, sino de la realidad, una realidad vivida y transitada por personas que podrán juzgar la verosimilitud de los escenarios, sucesos, fechas, anécdotas y reacciones de los personajes. La existencia de este género es, prácticamente, visible desde los mismos orígenes del cine, como podemos ver en 1917 con "Cleopatra" de J. G. Edwards, o "The King Of Kings" (Cecil B. DeMille, 1927), primera película de la que será una larga tradición de filmes con Jesucristo de fondo. 
Renée Jeanne Falconetti en "La pasión de Juana de Arco",  de Dreyer
          Igualmente podemos ver como, desde los primeros tiempos también, los biopics se interpretaban por primeras filas en el mundo de la interpretación (o que bien sirvieron para acabar de consolidar la carrera de muchos de ellos), como podemos ver con los roles de Walter Huston (Oscar a Mejor Actor de Reparto en 1949 por "El Tesoro de Sierra Madre", de su hijo John Huston) en "Abraham Lincoln" (Griffith, 1930), Charles Laughton en "La vida privada de Enrique VIII" (A. Korda, 1933), Greta Garbo en "La reina Cristina de Suecia" (Mamoulian, 1933) o Marlene Dietrich en "Capricho imperial" (Von Sternberg, 1934), película gracias a la cual se dio a conocer. Además de estos actores de reconocida trayectoria, tanto cinematográfica como teatral, podemos contemplar las interpretaciones de grandes nombres como Bette Davis ("La vida privada de Elizabeth y Essex" de Michael Curtiz, 1939), Henry Fonda ("The Return Of Frank James" de Fritz Lang, 1940), Gary Cooper ("Sargento York" de Howard Hawks, 1941), así como la dupla Fred Astaire-Ginger Rogers, Errol Flynn, semidiosas como Ingrid Bergman o Katharine Hepburn, estrellas como Laurence Olivier o Vivien Leigh, o inmortales galanes como Cary Grant o William Powell. De todos estos biopics de la primera mitad de siglo, brillarán con luz propia "La pasión de Juana de Arco" (1928) de Dreyer, o "Yanqui Dandy" (1942) de Curtiz.
Charlton Heston en "Ben-Hur", de Wyler
         A partir de 1950, veremos un nuevo resurgir de la película biográfica de la mano de una nueva generación de actores, donde destacará especialmente Charlton Heston (Oscar a Mejor Actor en 1959, por "Ben-Hur" de Wyler), con un total de 5 interpretaciones de este género. Asimismo, la lista de actores y actrices que acercarán al público la vida de personajes históricos es casi incontable, siendo casi inexistente el caso de actores de primera fila que no hayan participado en proyectos de estas características. Tan solo en las década de los 50's y los 60's, podemos ver las actuaciones de James Mason ("The Desert Fox: The Story Of Rommel"), Marlon Brando ("Julius Caesar", "Viva Zapata!"), James Stewart ("Música y Lágrimas"), Bette Davis ("The Virgin Queen"), Richard Burton ("Alejandro Magno", "Becket", "Ana de los mil días"), Paul Newman ("Marcado por el odio", "Dos hombres y un destino") o Kirk Douglas ("El loco del pelo rojo", "Espartaco"). De similar importancia, y ya entradas en la década de los 60's, aparecen algunas de las películas más importantes de la época (caracterizada por el cine épico o péplum), grandes éxitos la mayoría de ellas, como por ejemplo, "Espartaco", la película maldita de Kubrick, protagonizada por Kirk Douglas y Peter Ustinov (ganador ese mismo año del Oscar), "El Cid" con Charlton Heston, "Lawrence de Arabia" con Peter O'Toole, "La historia más grande jamás contada" con el fetiche de Bergman, Max Von Sydow, o "Andréi Rubliov" filme de Tarkovsky protagonizado por el desconocido Anatoli Solonitsyn. Por otro lado, nos encontramos con las grandes triunfadoras del género en la faceta interpretativa en esta década (consiguiendo los Oscar en la categoría de Mejor Actor y Mejor Actriz) en filmes como "The Miracle Worker" (Oscar para Anne Bancroft), "Un hombre para la eternidad" (Oscar para Paul Scofield), "Funny Girl" (Oscar para Barbra Streisand), "El león en invierno" (Oscar para Katharine Hepburn, y nominación para Peter O'Toole), sin olvidarnos del bochornoso costo y posterior decepción de "Cleopatra" (con una grandísima Elizabeth Taylor y Richard Burton, filme dirigido por Joseph L. Mankiewicz, hermano de Herman Mankiewicz). 
Robert De Niro en "Toro Salvaje", de Scorsese
         En la siguiente década, podremos ver a Richard Harris y Alec Guinness en "Cromwell" (1970), a George C. Scott ganar el Oscar por "Patton" (1970), así como a Al Pacino ("Serpico", "Una tarde de perros" o "Justicia para todos", con sendas nominaciones al Oscar por cada película), Christopher Plummer y Sean Connnery en "El hombre que pudo reinar" (1975), o a Robert Redford y Jason Robards en "Todos los hombres del presidente". En la década de los 80's podremos ver algunas de las mejores películas que se recuerdan de este género, con grandes filmes como "Toro Salvaje" (Martin Scorsese, 1980), que bien le valió su segundo Oscar a Robert De Niro, "Carros de fuego" (Hugh Hudson, 1981), ganadora de 4 Oscar (incluyendo Mejor Película), "Gandhi" (Richard Attenborough, 1982), ganadora de 8 Oscar (incluyendo Película, Director y Actor, Ben Kingsley), "Amadeus" (Milos Forman, 1984), biopic sobre W. A. Mozart, ganadora de 8 Oscar (incluyendo, al igual que "Gandhi", los premios a Mejor Película, Director y Actor, F. Murray Abraham), "Se acabó el pastel" (con Meryl Streep y Jack Nicholson), "El último emperador" (Bertolucci, 1987), impecable película franco-ítalo-china con una increíble fotografía, ganadora de 9 Oscar, Oscar para Sean Connery por "Los intocables" (Brian De Palma, 1987), así como sendos Oscar con tintes irlandeses para Daniel Day-Lewis y Brenda Fricker por la magistral "Mi pie izquierdo" de Jim Sheridan, en 1989, y "Nacido el 4 de Julio", segundo Oscar para Oliver Stone y primera nominación para Tom Cruise. 
Anthony Hopkins en "Nixon", de Stone
        En la década de los 90's, la lista de películas biográficas será más prolífica, con filmes como "Godfellas", "The Doors", "JFK", "Chaplin" (nominación de Robert Downey Jr.), "En el nombre del padre" (7 nominaciones a los Oscar), "La lista de Schindler", "Ed Wood" (segunda película Burton-Depp, Oscar para Martin Landau), "Criaturas celestiales" (cuarta película de Peter Jackson), "Braveheart" (5 Oscar, incluyendo Mejor Película), "Nixon", "Casino", "Shine" (Oscar para Geoffrey Rush), "Kundun", "Elizabeth", "Boys Don't Cry" (primer Oscar para Hilary Swank), "The Insider" (filme de Michael Mann, que contó con Al Pacino, Russell Crowe y Christopher Plummer y obtuvo 7 nominaciones) o "Man On The Moon". Cada una de estas películas, analizadas una a una, resaltan la importancia que presentaba ya en los 90's este género. Dos nombres importantes en esta década serán Oliver Stone (finalizó la década anterior con un Oscar bajo el brazo), y Martin Scorsese. Si bien, todos sabemos que Stone es un director políticamente incorrecto, sin tapujos a la hora de airear su ideología de izquierdas y auto-crítica con su país, tras el éxito de "Platoon" y "Nacido el 4 de Julio", dejará de lado el cine bélico con temática de la Guerra de Vietnam, para adentrarse en el biopic hasta en tres ocasiones. El primer caso tendrá lugar en 1991, con "The Doors", interpretando Val Kilmer a Jim Morrison, no obstante, la película tuvo una fría acogida entre los seguidores de Morrison y su grupo. Sus otras dos películas, "JFK" (1991) y "Nixon" (1995), sí se centrarían en su segunda gran fijación (por detrás de Vietnam y sus consecuencias), el análisis político, siendo un referente en el biopic de temática política (biopic político). "JFK" es una cinta con una interpretación más diversa y grupal (Kevin Costner, Tommy Lee Jones, Kevin Bacon, Gary Oldman, Joe Pesci...), centrada en la investigación del asesinato de Kennedy en 1963, sin existir roles superpuestos, como sí sucederá en "Nixon", cinta monopolizada (interpretativamente) por un grandísimo Anthony Hopkins que resultó nominado al Oscar por su caracterización del Presidente Richard Nixon. En este filme, Stone arremete con dureza contra Nixon, por el escándalo del Watergate, la política bélica en Vietnam, así como la pretensión de mostrar a un Richard Nixon más humanizado, o quizás, ridiculizado, resaltando taras físicas o temperamentales. El segundo nombre propio será Martin Scorsese, director centrado en las relaciones de la mafia, así como el mundo del crimen italo-americano. En esta década dirigirá una de sus mejores películas, "Uno de los nuestros (Godfellas)" (1990), no obstante, esta película no estará enteramente basada en hechos reales, sino que beberá directamente de "Wiseguy", de Nicholas Pileggi, para completar el que será uno de los guiones adaptados más completos de Scorsese (nominado al Oscar). Esta película, una de las 100 mejores de la historia según la AFI, no acaba de ser un biopic, pero tampoco debemos ignorar su carácter originariamente real. Siguiendo en esta línea, y repitiendo con sus actores (por la época) fetiches, De Niro y Pesci, filmará "Casino" (1995), igualmente con la temática de la mafia, y con más contenido real que su anterior película, creando otra de las (para quien esto escribe) mejores cintas de la mafia que se recuerden. No obstante, dará un salto con "Kundun" (1997), al filmar la historia del exilio político del Dalái Lama, tema completamente alejado a su tradición cinematográfica, que, a pesar de tener 4 nominaciones a los Oscar en su haber, no deja de ser una de sus películas más insulsas. Además de estos dos cineastas, podemos encontrarnos en 1993 con la obra maestra de Steven Spielberg, "La lista de Schindler", ganadora de 7 Oscar (incluyendo Película, Dirección, Guión Adaptado y Fotografía), filme basado en la ayuda que prestó Oskar Schindler a sus empleados judíos durante el genocidio nazi, incluyendo todo un homenaje hacia este personaje (no olvidemos que Spielberg es judío), que observamos en las secuencias finales del filme, donde podemos ver representado el "agradecimiento del pueblo judío hacia alguien que no dudó en prestarles ayuda"
Johnny Depp en "Ed Wood", de Burton
           Dos de las películas arriba citadas, "En el nombre del padre" de Jim Sheridan"Ed Wood" de Tim Burton, presentan una diferencia clara con sus congéneres coetáneas: el filme de Sheridan es una dura crítica contra el sistema legal británico, conformando la más dura de sus películas en su ciclo de cine sobre el conflicto Inglaterra-IRA, en cambio, la película de Burton conformará todo un homenaje a Ed Wood Jr., el que (según dicen) es el peor director de cine de la historia. Ambas películas tienen mucho que comentar desde un punto de vista más personal. La primera, el filme de Sheridan, es su tercera película (tras su magistral ópera prima, "Mi pie izquierdo"), y si bien su cine se basaba únicamente en Irlanda ("Mi pie izquierdo" es el biopic de Christy Brown, y "El prado" es un filme más bien costumbrista), con esta película comienza su ciclo sobre el IRA y el conflicto irlandés, siendo ésta la película más crítica con la justicia inglesa, desde un punto de vista neutral (con "The Boxer", Sheridan se des-marcará también de los actos del IRA), conformándose como un biopic excesivamente dramático y duro, bien definido en su pretensión de trasladar al espectador la impotencia que sufren los protagonistas, increíblemente caracterizados por los nominados al Oscar Daniel Day-Lewis y Pete Postlethwaite. En segundo lugar, "Ed Wood" será un cruce entre biopic y comedia (biopic paródico), no tanto por la realidad que presenta el filme, sino por el tratamiento que le dan tanto Burton como los guionistas de la película. Y la verdad es que no es para menos, ya que realizar una película sobre uno de los directores más bizarros que se recuerden, hoy completamente aceptado por ese "cajón de sastre" que supone el cine de culto, no es el mejor pretexto para hacer una película dramática, sino más bien un híbrido entre drama (situaciones) y comedia (reacciones), que aprovecha la comicidad de Depp y Murray para centrarse en una estética artificiosamente decrépita, como paradoja entre la mentalidad de Ed Wood (imaginativa, abierta) y la fotografía del filme (B/N, desgarbada).