martes, 28 de febrero de 2012

Escena: Monólogo (Al Pacino, "Any Given Sunday")

   

          Porque con "Un domingo cualquiera" ("Any Given Sunday", 1999), Oliver Stone, dejó puntualmente de lado su interés predominantemente político o bélico para centrarse en una película frenética, crítica y bastante controvertida. Junto con "Remember The Titans", de Boaz Yakin, "Rudy" de David Anspaugh, y en menor medida, "The Blind Side" de John Lee Hancock, es una de las mejores películas que se han filmado sobre este deporte, equiparándose a lo que son para otros deportes "The Damned United" (2009), del oscarizado Tom Hooper, y "Coach Carter" (Thomas Carter, 2004).


          Amada por unos por las increíbles secuencias de acción en el campo, y odiada por muchos otros por presentar al resto del mundo una visión eminentemente negativa y crítica sobre el football americano, sin contar con el claramente desaprovechado reparto, donde Al Pacino fue el único que pudo brillar por sí mismo. Pacino muestra, una vez más, su calidad a la hora de dar discursos o monólogos. Gracias a la escena final de "Esencia de mujer" (Martin Brest, 1992), y también a las películas "City Hall" (Harold Becker, 1995), "Pactar con el diablo" (Taylor Hackford, 1997) o "El dilema" (Michael Mann, 1999), por poner algunos ejemplos, Pacino se conforma como un gran comunicador en la mayoría de sus papeles, en los que suelen crearle escenas de discurso para explotar sus habilidades de gesticulación y voz.

jueves, 23 de febrero de 2012

Antoine De Saint-Exupéry: una breve reflexión


 Conocer la vida de Antoine De Saint-Exupéry y saber cómo fue, me lleva a definirlo como un “niño grande”. No es buscando detalles sobre su vida, sino leyendo los primeros párrafos de "El Principito" como he llegado a esta conclusión. Su forma de hablar sobre los mayores establece una diferencia entre él y los demás: mientras los demás viven plenamente su vida adulta, él lo hace también, pero a su manera, sin olvidar su niñez. Hago alusión al principio del libro porque lo percibo como esencial para conocer su personalidad: Los mayores nos han condicionado, para bien o para mal, pero, sea como sea, desde la perspectiva de los adultos, y no del de los niños que es el real (“¡No! No quiero un elefante dentro de una boa”. Pág. 14). Esta frase me ha interesado bastante, ya que la veo del siguiente modo: los adultos no ven la realidad, los niños sí, los adultos ven un sombrero y el Principito ve lo que realmente es.


           Por ello, es mejor ser niño, ya que ven lo real, tal cual es, y no los condicionantes o complementos que puede tener una cosa (claro ejemplo es la historia del astrónomo turco). La imaginación que debe tener un niño para percibir que lo que parece ser un sombrero es, en realidad, un elefante dentro de una boa. Esta imaginación es admirable, es mejor tenerla que no tenerla. En este sentido, podríamos calificar al autor como un claro ejemplo del Peter Pan de James Barrie, una persona a caballo entre la niñez y la fatigosa madurez. Envejeciendo se pierde la imaginación, lo que nos hace niños: ya no somos capaces de ver un corderito a través de una caja. El hecho de que fuera aviador, nos lleva a verlo como una persona que, sin menospreciar la compañía de las demás personas, le gusta conocer mundo y admirarlo. Ser aviador es un oficio más bien solitario, quizás una vía de escape de la sociedad de los adultos (“Los niños deben de ser muy indulgentes con las personas grandes”. Pág. 20). Es innegable lo bohemio de ser aviador, la libertad de surcar los cielos. Si alguna vez nos hemos planteado dedicarnos a la aviación, sin duda es por el hecho de volar, de rozar con los dedos la libertad que muchos encuentran entre las nubes. Si volando podemos ver toda la creación de Dios, merece la pena volar, y esto es algo, que va completamente con la personalidad de un “Peter Pan moderno”. Si no es con polvos mágicos es con un avión, pero volando igualmente.

miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Jean Dujardin? o... ¿Robert De Niro?

                 
Jean Dujardin fait le chameau dans un talk show... por puremedias

         Porque, en efecto, hay que ser muy valiente (o muy...francés), para atreverse a imitar la característica sonrisa de Robert De Niro (a partir del segundo 30), mítico actor que no destaca precisamente por su simpatía. Este vídeo, fragmento de una entrevista en un programa norteamericano, fue grabado después de ganar Dujardin el Premio del Sindicato de Actores a Mejor Actor principal por "The Artist" (Michel Hazanavicius, 2011).

lunes, 20 de febrero de 2012

Jim Caviezel: interpretación, valores y fe


          Porque seguramente todos habréis visto "La Pasión de Cristo" (2004), del censurable Mel Gibson, película vilipendiada y denostada por una industria cinematográfica eminentemente judía y que no pasa una sola ofensa, por inventada que sea, contra su historia o su pensamiento. La película, basada en "La amarga Pasión de Cristo" de la Beata Ana Catalina Emmerick, supuso una firme intención de renovación y rejuvenecimiento dentro de un género y un tema, el religioso, polémico ahora que predomina una (in)tolerancia religiosa notoria y palpable. Sobre todo en terreno norteamericano, donde lo manifiestamente cristiano o teológico sufre persecuciones, si bien cambiando circos y coliseos por  Academias de Cine y el lobby judío. Tras unas versiones bienintencionadas pero lejanas en el tiempo, con directores de la talla de Zeffirelli, DeMille  y Passolini, y otras más inclasificables como las versiones de Martin Scorsese ("La última tentación de Cristo" de 1988) o Terry Jones ("Monty Python's The Life Of Brian", 1979), la vida o Pasión de Jesús llevada al cine necesitaba un relevo generacional, caras nuevas y sobre todo adaptarla a unos medios técnicos más modernos. Por ello, "La Pasión de Cristo", con toda la controversia que generó, no deja de ser por ende, la película más arriesgada, cruda, fidedigna y veraz que se haya filmado, a pesar del ensañamiento visual que se le recriminó, punto característico de su acierto en ese aspecto. Como dijo Augustine Di Noia, integrante de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la película "no es tan violenta como brutal. Cristo es tratado brutalmente, pero no hay violencia gratuita", además de reconocer que el filme de Gibson es "absolutamente fiel al Nuevo Testamento".

         Y es que viendo una película sobre Jesús, nos encontramos con un gran hombre contemporáneo, un gran actor y sobre todo, una gran persona. Un hombre que, siendo una estrella del baloncesto universitario, sufrió una aparatosa lesión que lo separó para siempre de su sueño de debutar en la NBA (a pesar de ser un talentoso tirador). Fue entonces cuando, desde una profunda convicción religiosa, comenzó en Washington con el mundo de la interpretación, un mundo que, siempre ha creado perjuicios sobre excesos, infidelidades, derroche y glamour mal sobrellevado. Desde sus inicios, dejó muy claras sus prioridades: "Yo quería complacer al mundo como un buen actor, un buen marido, y un buen padre, nunca busco sólo mi satisfacción personal". De hecho, nunca ha dejado de cumplir las dos más importantes, la de buen marido y buen padre, padre adoptivo de dos niños chinos deformados por el padecimiento de diversos tumores. Según el propio Caviezel, "era más fácil retirarse de todo, pero no me arrepiento de haber seguido adelante. Al menos no he vivido la vida como un cobarde", además de mantener que "no te haces idea de las bendiciones que te pueden llegar si le das una oportunidad a la fe".


        Su primer papel le llegó de la mano de Van Sant en 1991, con "Mi Idaho privado", tercera película de este director de culto gay, de temática igualmente homosexual, junto al malogrado River Phoenix y Keanu Reeves, y la que será su único escarceo con un guión de ideología y pensamiento tajantemente contrario al suyo. En 1998, y tras pasar por las manos de directores comerciales como Michael Bay o Ridley Scott, le llegará su merecida oportunidad con un director muy diferente a éstos. Terrence Malick, un director personal y poético, profesor de filosofía especializado en Heidegger, escritor de todas sus películas ("Malas tierras", de 1973, y "Días del cielo", de 1978), con un toque visual que perfeccionará con "La delgada línea roja" (1998) tras 20 años de sequía creativa. Esta película, bélica pero con una importante carga humanista en tono más poético que realista, y más filosófico que comercial (nótese el símil entre el soldado Witt y Wittgenstein), supuso todo un desfile de primeras filas consolidadas y emergentes en el filme (Penn, Cusack, Nolte, Brody, Travolta, Harrelson...), yendo a parar  uno de los papeles más importantes al desconocido Jim Caviezel, quién encandiló a la crítica. La tercera película de Malick logró 7 nominaciones a los Oscar, incluyendo mejor película, director y fotografía, no obstante, la falta de criterio de la Academia antepuso a "Shakespeare In Love" (sobrevalorada película de John Madden, que se hizo con 7 estatuillas) y "Salvar al Soldado Ryan" (hito bélico de Steven Spielberg, que ganó el premio a mejor director, fotografía y los técnicos), películas que impidieron (más por presencia que por calidad) valorar con justicia el filme de Malick.

            Tras su éxito en "La delgada línea roja", Caviezel aparece en "Frequency" (Gregory Hoblit, 2000) compartiendo galones con Dennis Quaid, pero aún relegado a un plano secundario frente a casi cualquier actor. Aún tendrá que esperar hasta "La venganza del Conde de Monte Cristo" (Kevin Reynolds, 2002) para repetir papel importante con una película medianamente decente, esta vez acompañado por Guy Pearce y un venerable Richard Harris. En este filme, su papel de protagonista será indiscutible, demostrando su cariz interpretativo y un físico que empezará a cotizarse en la industria cinematográfica. Este punto es fundamental en su vida, ya que empieza a entrar de lleno en el mundo de flashes y champagne de Hollywood, y es ahí donde se mantiene fiel a sus principios cristianos, llegando a rechazar y perder papeles (y suculentos contratos) que bien le convendrían a un actor emergente aún por consolidar, por negarse a rodar escenas de sexo o que sean claramente contrarias a su fe ("He interpretado tantos personajes pecadores como personajes que fueron personas santas, pero siempre procuro encontrar algo rescatable en las historias. Pero eso sí, no blasfemo contra nuestro Señor, y hay cosas en las películas que no haría. Y en esos casos solo espero. Dios me permite esperar. Si encuentro un guión que me gusta, pero que contiene partes inaceptables para mí, les pido que lo cambien y si realmente están interesados en mi trabajo, lo cambiarán"). En una entrevista publicada en el Magazine del periódico El Mundo en octubre de 2010, Caviezel contestó de la siguiente manera a una levísima acusación de fanatismo: "Al final, lo único que intento es hacer lo adecuado en la vida. No veo cómo el ser católico o cristiano puede resultar algo malo. Somos 2.800 millones en el mundo, pero parece que la prensa no nos da el tratamiento que nos merecemos, incluyendo al Papa". Con profunda convicción, Caviezel siempre se ha mantenido amable con los medios, no obstante, nunca se ha mantenido al margen cuando éstos han querido entrar en temas polémicos para la Iglesia o la Cristiandad, siempre ha defendido de corazón aquello en lo que cree, dando argumentos y no avivando llamas, como hacen los medios sensacionalistas o anti-eclesiásticos. Aquí os dejo un fragmento de la entrevista:

      Entrevistador: -No son los periodistas, sino los historiadores los que aseguran que las religiones han sido causantes de millones de muertos y cientos de guerras. ¿Qué le parece la afirmación?
    Caviezel: -Déjeme preguntarle: ¿con cuánta gente acabó la Inquisición? ¿Quizá 10 millones de personas? Puede ser, pero con Mao Zedong fueron 70 millones, y con Hitler, no lo sé. Eso es lo que he oído. ¿Y unos 10 millones bajo Stalin? Al menos, eso creo. Así que no parece que sea sólo algo religioso. 
           
          Tras unos años con papeles en películas meramente comerciales, por renuncia del actor contratado y casi de rebote, el papel de Jesucristo en "La Pasión..." le llegó caído del cielo, y nunca mejor dicho. No solo por un parecido increíble, sino por la seguridad que tenía Caviezel en su fe en un mundillo algo alejado de ella, Gibson encontró a un actor que tenía una educación y una forma de pensar cristianas y que lo demostraba continuamente. Prueba de ello las declaraciones de Caviezel, al afirmar que su interpretación de Jesucristo es el mejor papel que habrá hecho o que hará nunca, porque también interpreta al mejor Hombre que existió ("No hay nada más grande que interpretar a Jesús"). Preguntado también sobre este papel, Caviezel no temió afirmar que "es una película muy buena, una cinta del pueblo y que habla de la palabra obediencia, un término poco respetado. Hay otras palabras más populares como liberación, pero ¿tenemos la libertad de liberarnos de Dios?".
            Fruto de su fe inquebrantable, Caviezel no ha dudado en dar voz, apariencia y ayuda a asociaciones pro-vida, así como el mexicano Eduardo Verástegui (conocido internacionalmente por la pro-vida y sensiblera "Bella" de Monteverde), a quiénes se ha visto, en más de una ocasión, en retiros espirituales. Además de seguir su carrera con papeles más ligeros y de carga interpretativa asequible ("Madison", "Mentes en blanco", "Outlander"...), eventualmente aparece, de forma meramente testimonial, en proyectos o películas extranjeras de bajo presupuesto, para respaldar y dar apoyo mediático al problema que plantea. El caso más notorio es la película (Protesta-Derechos Humanos"La verdad de Soraya M." (Cyrus Nowrasteh, 2008), de financiación americana (se sobreentienden las malas relaciones entre Estados Unidos e Irán) pero con elenco natural de Irán o de ascendencia iraní. Esta película relata el escabroso y vergonzoso caso de Soraya M., una mujer lapidada durante los inicios en el poder del Ayatolá Jomeini, donde el fundamentalismo islámico y las leyes islámicas más des-humanas, arbitrarias y machistas podían resultar. Dotada de una crudeza equiparable a "La Pasión...", la película contó con la presencia testimonial (tanto en los primeros minutos como en los últimos) de Jim Caviezel, quién se interesó por esta inhumana historia y quiso prestar su apariencia para ayudar a promocionar la película. Aún así, y sin sufrir dependencia por la aparición de Caviezel, la película brilla por sí sola, retratando a la perfección la arbitrariedad sexista en la aplicación de la Ley en los países de corte fundamentalista, cuyo mejor ejemplo sería, precisamente, la Revolución iraní de 1979 y el gobierno de Jomeini.
       
Jim Caviezel Actor Jim Caviezel attends "La Verdad de Soraya M" photocall at the Palafox cinema on October 5, 2010 in Madrid, Spain.

           Jim Caviezel ha demostrado, en todos los planos posibles, no solo sus convicciones religiosas, sino unos valores que pueden considerarse comunes a la Humanidad por medio del Derecho Natural. Ni beato, ni santurrón fanático, un hombre, un padre, un marido y un actor. Una persona normal que, abanderado por el evangélico "Etiam si omnes, ego non", ha sabido des-marcarse de una industria aquejada por una terrible fama, para centrarse en su familia y en mantener un gran nivel de moralidad, decencia y consideración a su alrededor. Personas como Caviezel, no solo cristianas, sino sinceras, respetuosas e inquebrantables, son las que faltan, no solo en el cine, sino en el mundo en general.

martes, 14 de febrero de 2012

"Carlos De Domingo's 111 Years...111 Movies" Nº 3: "Chocolat" de Lasse Hallström


          Ya habéis tenido tiempo de ver alguna de las cuatro películas que os come nté allá por el 20 de diciembre de 2011: "Bailar en la Oscuridad" de Lars Von Trier, "Layer Cake", ópera prima de Matthew Vaughn, "Ariane", todo un clásico de Wilder, y "Sucker Punch" la última y controvertida cinta de Zack Snyder. Dejadme adivinar, ¿a qué no habéis visto ninguna? En fin, me lo suponía. Aún así, y a pesar de vuestro incumplimiento, seguiré con lo prometido a algunas personas. Así que, aquí os dejo otra película más que deberíais ver. 


8- " Chocolat" (Lasse Hallström, 2000): sexta película del sueco Lasse Hallström ("Mi vida como un perro", "¿A quién ama Gilbert Grape?", "Las normas de la casa de la sidra"...), basada en la novela homónima de Joanne Harris, y desde luego, una de mis películas favoritas (nominada al Oscar a Mejor Película en 2000). Simple y sencilla, pero con mucho fondo metafórico. Amable y dulce, pero con el regusto amargo de la representación del fanatismo religioso dentro de lo absurdo, la hipocresía y el temor al "qué dirán".


         Primero os cuento brevemente el argumento: Vianne (interpretada por la francesa Juliette Binoche), acompañada por su hija, abre una tienda de chocolate en un pequeño pueblo de mentalidad tradicional y extremadamente cerrada. Allí, el alcalde (interpretado por Alfred Molina), una persona muy devota, no tardará en poner a la población en contra de Vianne por considerar el chocolate algo quasi-herético. Además, en la historia contaremos con la visita de unos gitanos, entre los que se encuentra Johnny Depp, que no harán más que demostrar la mentalidad dominante en el pequeño pueblo. "Chocolat" es aparentemente sencilla (cuenta la historia de una madre y su hija que empiezan una nueva vida), y con un lenguaje visual muy metafórico, se adentra en cuestiones más significativas y profundas. De este modo, el chocolate (y todo lo dulce) representa la tentación, tanto en el plano sexual como en el plano de la pérdida de la voluntad. Por ello, el alcalde impondrá la defensa más férrea (y desacertada) para salvar la integridad moral del pueblo, alertando que el chocolate en Cuaresma está prohibido y que, ciertamente, Vianne implica todo lo laico y desenfadado (no olvidemos sus buenas intenciones, para nada incisivas) de lo que carece el pueblo,  donde el concepto de separación Iglesia-Estado parece no haberse oído nunca. La película es muy interesante en este sentido, porque tanto el guión como la fotografía es pura metáfora sobre tolerancia (personaje de Johnny Depp), hipocresía y fanatismo, así como la "rumorología típica pueblerina".

                  

         En el plano técnico la película también es muy aconsejable, con un elenco lleno de caras conocidas, como Juliette Binoche, Judi Dench (ganadora del Oscar dos años antes por "Shakespeare In Love"), Alfred Molina, Carrie-Anne Moss, Lena Olin (con quien trabajará más tarde en "Casanova") y Johnny Depp, con un papel secundario siempre a la sombra de Binoche, que fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz Principal. La banda sonora, de Rachel Portman es también muy buena (en estos días pondré post), al igual que la película, sencilla y sobria, pero con melodías desenfadadas con tintes folclóricos, que obtuvo una de las 5 nominaciones a los Oscar que consiguió "Chocolat". Sinceramente, es una película encantadora y muy recomendable para una de estas tardes de domingo gélido e invernal. 

Diálogo de..."Un cuento chino"

-Perdón, perdón. Buen día. Yo sé que ustedes tienen más de 5.000 años de Historia y toda la paciencia del mundo, pero yo tengo que abrir mi ferretería para comer y para darle de comer a un chino que está casualmente viviendo en mi casa. Tengo el Nº46, y quiero saber donde están los otros 45, porque en la sala de espera no hay nadie. ¿Me pueden atender a mí ahora, por favor, si son tan amables?

-A la 12 empezamo' a atendel.

- ¿A las 12? Falta una hora para eso, es mucho tiempo. Necesito hablar con el señor Pinga Jiong.

-¿Pinga Jiong? En China, pol dos mese'.

-Bueno, necesito hablar con el señor que esté en su lugar, entonces.

-Nadie en su lugal. No tenemo' gente.

- ¿No tenemos gente? 1.300 millones de chinos en todo el mundo y me decís que no tenemos gente, caradura. ¿Porqué no me inventas alguna otra excusa si no me querés ayudar? En dos meses yo puedo estar muerto, yo necesito una solución ya, tengo un chino viviendo en mi casa que no habla una sola palabra de español. Estoy desesperado, ya no sé que hacer, estoy solo, nadie me ayuda, ¿me entendés o no me entendés, pedazo de ñuqui?


"Un cuento chino" (Sebastián Borensztein, 2011)

lunes, 13 de febrero de 2012

"Orgullo y Prejuicio y Zombies", reinventando (o quizás, ¿destrozando?) un clásico


         Y es que, si Jane Austen levantara la cabeza...seguramente sería ensartada por la versión de Elizabeth Bennet que nos presenta Seth Grahame-Smith, o mejor aún, devorada por las horas de cadavéricos seres que pasean por Meryton. Lo que si es seguro es que le daría un ataque al ver una de sus novelas adaptada, o mejor dicho, destrozada, en una Inglaterra post-apocalíptica (al estilo "The Walking Dead", pero sin revólveres Colt), sin contar que, las hermanas Bennet, lejos de encargarse de sus femeninos y cotidianos quehaceres, son aprendices de los monjes Shaolin en el manejo de las armas y el cuerpo a cuerpo. Vaya, todo un popurrí que mezcla los entresijos amorosos de la novela original, con una mal-mal-mal trazada historieta barata de zombis, desmembramientos e imitadoras de "Xena, la princesa guerrera" (esperpéntica serie de los 90's). Sin embargo, no deja de ser una forma ligera, y parcialmente adulterada, de leer la novela (según el adaptador, este libro es 70% Jane Austen, 30% añadidos) para aquellos que les de extrema pereza en eso de sumergirse en páginas de inmadurez sentimental y amoríos "ñoñescos" color pastel. (Lo reconozco, soy culpable. Decid lo que queráis, pero a mi Jane Austen me mola, me mola mucho).
         Pero no, si hacemos las cosas, las hacemos bien. Las novelas de Jane Austen ("Orgullo y Prejuicio" no ha sido la única adaptación) son todo un hito en la literatura inglesa, encantando el alma de generaciones de enamorados, con suerte y frustrados, hasta el punto de conformarse como obras imprescindibles en toda biblioteca. Por eso, y porque a falta de pan, tortas, no es del todo mala idea tirar de una malformación literaria para enfrascarse en los curiosos teje-manejes de Elizabeth y Mr. Darcy. Por contraposición, y alargando lo absurdo de esta adaptación, existe la novela gráfica que sí que puede suponer algo "bueno", por el encanto extremadamente más visual que literario de esta mezcla entre una de las novelas más conocidas y más románticas de la historia y un género típico en el mundo del cómic y el frikismo en general.

A falta de pan...BAFTA: "La piel que habito" (2011) de Pedro Almodóvar


         A la espera de la entrega de los Premios Goya, con un total de 16 nominaciones, tras no lograr el Golden Globe Award a la Mejor Película Extranjera ("Nader y Simin, Una separación"), y tras no ser seleccionada como representante internacional del cine español de 2011, ya parecía prácticamente visible el fracaso de la última cinta del director manchego. Y es que "La piel que habito", film basado en la novela "Tarántula" del francés Thierry Jonquet, tiene adeptos y detractores, lo que explica su ausencia en los Oscar y su sorprendente victoria en los BAFTA, superando a la gran favorita (favoritísima) "Nader y Simin". Espléndida banda sonora de Alberto Iglesias y reencuentro Almodóvar-Banderas aparte, "La piel que habito" tiene ese nosequé entre peripatético y morboso que atrae, que te sumerge en un mundo de depravación y tortura pseudo-psicológica y visceral, con acercamientos atenuados a la manifestación externa de la paranoia y la obsesión propia de la obra de Darren Aronofsky (taladro en "Pi, fe en el caos", fascitis en "Réquiem por un sueño", planos de heridas en "The Wrestler" "Cisne negro", etc...), fruto de la exteriorización del dolor interno más psico-patológico. Sin embargo, sería completamente incorrecto entrever cualquier conexión o influencia entre el tratamiento que le da Almodóvar a la demostración de la psicología y la constante en el trabajo de Aronofsky. No tienen nada que ver uno con otro, en ningún sentido, únicamente recalcar la importancia que ambos confieren (Almodóvar solo en esta película que se aleja de su modus operandi) a la relación entre fisiología y sufrimiento físico con la interioridad (psicología, personalidad y temperamento). 
   
         Lástima (dirán unos) y por fin (diremos otros), Almodóvar se aleja del cine de autor para adentrarse en su segundo guión adaptado (el primero fue "Carne trémula" en 1997), con la intriga de discernir si el salvajismo argumental de "La piel que habito" se debe a la adaptación del director o al trazo original del autor. Personalmente, leí "Tarántula" únicamente para achacar responsabilidades entre ambos co-autores del delito, uno por escribir la historia, y el otro por darle forma audiovisual. Veredicto: ambos son culpables. Lógicamente la novela, no muy ducha en detalles, marca las pautas a seguir, para Almodóvar darle, posteriormente, un toque satírico, sexualizado/banalizado y ridículo (implantación del personaje Tigre Zeca, la violación, el parentesco...) un tanto propio en él. Aún así, y debido quizás a que Almodóvar no me atraiga lo bastante, es de su obra cinematográfica, el film que más me gusta. Antonio Banderas, que tan, tan, tan poco me gusta y que me cae realmente mal, hace un papel más que convincente, frío y templado a la vez. Demostrando una interpretación muy comedida que estriba a la perfección entre un odio relativamente calmado y premeditado en su ejecución, y una furia insostenible y fugaz en las situaciones imprevistas. Sin embargo, en la Gala de los Goya no sería nada sorprendente que el galardón se lo llevara finalmente José Coronado por "No habrá paz para los malvados" (Enrique Urbizu, 2011).
     
        No obstante, es una película bien trazada, a pesar de sus mal delimitados saltos argumentales, aunque quizás falla en la visión general. Si bien la historia, las situaciones y los personajes eran carne de cañón para hacer un film más psicológico, más insano y emocional, la visión final que confiere la película es la de generar sentimientos poco precisos hacia los personajes, cierto "ridiculismo"en partes concretas del guión, y, a pesar de todo, una carga dramática y un impacto en el espectador mucho más light en cuanto a las relaciones inter personajes. De igual modo, en ciertas escenas (Vicente y Robert en el sótano) se demuestra cómo con espacios más cerrados, tétricos y con menos iluminación el resultado verdaderamente ahonda en lo "pesadillesco" y claustrofóbico, dando un toque visual que se ajusta mejor a las circunstancias. Básicamente, lo visual no sabe adaptarse a la depravación y dolor que impera en los personajes y que maneja las situaciones. Por otro lado, y siendo justos, el argumento y el final de la obra (tanto en su sentido literario como cinematográfico) no es, ni mucho menos, tan salvaje y tremendo como se ha ido diciendo. Muchos libros y películas han demostrado ser más explícitos, duros y aberrantes, tanto en lo meramente visual (Natali, Pasolini, Roth, Hooper...) como en la obsesión y la psicología de la desesperación y la paranoia en su vertiente más extrema y manifiesta (Aronofsky).
                      
         ¿Sabe a poco el BAFTA? No, desde luego que no. Y menos sabiendo el histórico reconocimiento que le han dado los británicos a Almodóvar, todo un director de culto para ellos (atesora cuatro premios BAFTA). Se verá en unos días el resultado de "La piel que habito" dentro de su ámbito, en unos premios que se rinden completamente ante su director más internacional, pero que cuenta en su contra con la politización y la hipotética memoria histórica en su contra, con "La voz dormida" (Benito Zambrano, 2011) y la sensación, sobrevalorada quizás, "No habrá paz para los malvados".

domingo, 12 de febrero de 2012

Citas de..."Gato Negro, Gato Blanco"




"Los muertos con los muertos, los vivos con los vivos, los hijos son sus madres, las madres con sus hijos."


"Ya sabes como son mis manos. Un rayo en una y un relámpago en la otra."


"Mi palomita se acurrucaba dentro de mi abrigo para calentarme el corazón. Mi pobre pajarito."


"Oh, esto es vida. Me ha quemado el alma. Esa juventud..."


         Gato Negro, Gato Blanco (Emir Kusturika, 1998)

viernes, 10 de febrero de 2012

Callejeando Pt. 1
















jueves, 9 de febrero de 2012

Bilbao (Enero 2012) Pt. 2




Fotografía de Alejandra Cevallos





miércoles, 8 de febrero de 2012

"Neveras Vacías" de Sr. Nadie (o sobre el indie nacional, Nº 7)

                 

         ¿Conocéis al grupo de indie rock "noventero" Sexy Sadie? Pues bien, Jaime García Soriano, antiguo cantate y compositor de esta banda mallorquina, está ahora enfrascado en su nuevo proyecto en solitario, su alter ego Sr. Nadie. Deja atrás influencias más rockeras y alternativas, para afianzarse en un pop rock estilo bastante Amaral, con la que hace dúo en la canción "Me duele la cabeza". La canción que os presento en este post, es un poco la contraposición a esta regla general predominante en "En la ciudad del Aire", su único álbum. Tiene bastante influencia del sonido de su anterior grupo, quizás sea por eso por lo que esta canción es de las pocas que me gustan. Próximamente os dejaré algunos temas de Sexy Sadie, a pesar de que se separaron allá por 2006.

          (Perdonad la mala calidad del vídeo y de audio, pero no encontré nada más para colgar. Seguramente en Spotify o navegando por Internet podáis encontrar la versión original).

martes, 7 de febrero de 2012

"Me & You" de Carolina Liar (Descubrimiento del Mes: Febrero 2012)




          Porque, si bien el album "Wild Blesses Freedom", es de 2011, no es hasta ahora cuando me he puesto a escucharlo detenidamente. La verdad es que el primer album ("Coming To Terms", de 2008) de los californianos Carolina Liar me entusiasmó, con esa mezcla entre indie rock bastante armónico, melodic pop y synthpop (con mayor énfasis en el segundo album), con temas más alternativos como "I'm Not Over", melódicos como "Coming To Terms" y "When You Are Near", y más propios como "Better Alone" y "Simple Life". Todos estos temas son del primer disco, y la verdad es que os aconsejo que lo escuchéis alguna vez. El segundo album contiene más elementos electrónicos, menos rock y más pop, pero manteniendo ese carácter indie con toques de synthpop. Abajo os dejo también una versión acústica de "Me & You". Espero que os guste.

"Beginners", Oscar a la Película Mejor Ignorada del Año



         Porque se ha oído hablar muy poco de "Beginners (Principiantes)" (Mike Mills, 2010-2011), porque la única aparición que ha tenido en los grandes galardones ha sido la de Christopher Plummer como Mejor Actor Secundario (se hizo con el Globo de Oro en esta categoría, y espera ganar el Oscar), y porque, incomprensiblemente, nadie la considera entre las mejores películas del año. Normal, entre otras cosas, por el nivel de películas como "The Artist", "Hugo", "El Árbol de la Vida" o "Driver", lógicamente, muy superiores a "Beginners". Pero se nos cae el cielo encima cuando vemos la lista AFI Movies Of The Year, y comprobamos que junto con las obras de Malick, Eastwood, Scorsese o Fincher, figuran la sobrevalorada "Los descendientes" (Alexander Payne) y la esperpéntica "La boda de mi mejor amiga" (Paul Feig). Definitivamente, la tercera película de Mills ("Paperboys" de 2001 y "Thumbsucker" de 2005) ha pasado completamente desapercibida, ha sido la gran ignorada del año, tanto en la crítica como en el reconocimiento de los grandes galardones.



         Protagonizada por un consagradísimo Ewan McGregor, encarnando al dibujante Oliver, hace uno de sus mejores papeles (lejos ya de caracterizar a Mark Renton, Obi-Wan Kenobi o Edward Bloom), nos ofrece su interpretación más madura, seria, apesadumbrada y melancólica. Sabe regalar unos pocos momentos de alegría, casi siempre debido al personaje de Mélanie Laurent (Anna), para mostrarse en tonos grises y apagados el resto del film, ya sea por su aparentemente irreversible estado de soledad, por la pérdida de su padre o por la rememorada y extraña vida infantil contemplando la falta de afectuosidad entre su padre (homosexual reprimido) y su madre (una original y curiosa mujer que no respeta ninguna imposición).



        Y es que, efectivamente, es una película de corte melancólico y sutil, que compagina a la perfección un guión cuidado, ágil a pesar de todo, y nada acostumbrado, con unas interpretaciones que caracterizan magistralmente los problemas, ausencias y estados de ánimo que sufren los personajes. Por un lado, contamos con la mejor interpretación hasta la fecha del venerable Christopher Plummer (a quien pudimos ver recientemente en "El Imaginario del Dr. Parnassus", "Millennium" o "La última estación"), actor veterano y mal reconocido en lo que a premios se refiere, aunque, es prácticamente seguro que ganará el Oscar a Mejor Actor Secundario a finales de este mes. El personaje que encarna Plummer (Hal) es el más curioso, un experto en arte que, tras la muerte de su mujer, y pocos años antes de morir él, le confiesa a su único hijo (McGregor) que es homosexual. A partir de esta sorprendente declaración comenzará con un viaje, tanto interior como social, para recuperar el tiempo perdido, adentrándose en de lleno en el ambiente gay, buscando amistades que compartan sus inquietudes así como una pareja estable. Este personaje representa las ganas de vivir, a pesar de ser anciano y acabar de perder a su esposa (a quién amaba a pesar de ser homosexual), así como reencontrarse a sí mismo y explorar una vida que le pertenece y que siempre mantuvo en silencio. Representa las ganas de vivir como él mismo, aprovechando hasta el más corto período de tiempo que le quede, después de haber llevado una vida reprimida y conformista. Cierra el elenco, la francesa Mélanie Laurent, a quien pudimos ver en "Malditos Bastardos" (Quentin Tarantino, 2008) y en una retahíla de películas francesas. Laurent representa el miedo a dejar de ser libre, la libertad viciada y mal encaminada, que acaba por conducir a la soledad más absoluta, fruto de esa libertad que no entiende de permanencia ni compromiso y que acaba por estancarse en "habitaciones vacías". Se nos presentan en la película unos personajes que, curiosamente, el más vital y alegre es aquél que está enfermo, frente a dos jóvenes que están a punto de enamorarse pero que se aferran a sus traumas pasados (el fracaso anterior, por un lado, y el miedo a la pérdida de la libertad y a la soledad, por otro). No podemos dejar de hablar del perro de la película (Uggie, actor perruno del año junto con Cosmo, de "The Artist"), quien habla por medio de subtítulos, manteniendo cortas conversaciones con los personajes y dando un toque más innovador y conmovedor a la película.



        La película alterna mucho, y muy bien, entre la exposición de fotografías con un cariz meramente explicativo con el que busca ubicar no sólo espacio y tiempo, si no ideologías políticas y costumbres sociales predominantes, así como los tabúes sexuales que cada una conlleva. Todo ello, sin crear un ambiente de recriminación ni exaltación del orgullo gay, hecho que engrandece a la película y sus intenciones, ya que se mantiene en un diálogo plural y respetuoso, en el que habla de personas y no de homosexuales o heterosexuales (bien representado en el apoyo del personaje de McGregor hacia su padre y los amigos de éste), mostrando el lado más humano (ni gay, ni hetero, humano) e interior de los personajes.



         Es una película muy original e interna, melancólica pero con un tono más bien optimista, con una banda sonora emotiva y nostálgica, y una fotografía en tonos claros y fríos, se apoya en el uso de flashbacks para mostrarnos la infancia de Oliver (nada traumática ni infeliz), así como la personalidad de su madre y su trato con Hal. Es una película completamente recomendable e infravalorada, quizás difícil de ver si se tienen reticencias con el tema de la homosexualidad, pero para nada centrada en este tema, sino en el amor en general (sobretodo entre Oliver y Anna). Hal representa, indistintamente de su orientación sexual, las ganas de vivir, mayores, en muchos detalles, que los personajes más jóvenes. En conclusión, es un film melancólico y sutil, bien escrito y caracterizado y con un contenido bastante profundo.

Escenas: ¿Qué somos?, Quemadura química y Final ("El Club de la Lucha")

       
          Porque hacía mucho, mucho, que no posteaba ninguna escena ni hablaba de ninguna película. Y precisamente tenía apuntado desde hace mucho poner alguna escena de esta película, "El Club de la Lucha" (David Fincher, 1999) basada en el libro homónimo de Chuck Palahniuk, una de las joyas de la literatura norteamericana de finales del siglo pasado, así como uno de los referentes literarios de la Generación X. Esta película, que cuenta con Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham Carter como protagonistas, y con la aparición de Meat Loaf y un jovencísimo Jared Leto entre los secundarios, es todo un referente del cine de los 90's, película de culto para muchos. Ya sea por la actitud nihilista y crítica de los personajes principales (cada uno con un trauma y una visión del mundo fruto de un desapego ataráxico), o por el planteamiento anti-cívico y primitivista del Proyecto Mayhem. La novela, y con más soltura la película de Fincher, creó una auténtica legión de adeptos, postulándose la obra como estandarte y emblema del inconformismo político-social y del más profundo y aberrante colapso ético, que aquejaba a gran parte de la juventud pesimista de los 90's. Son escenas con un mayor contenido filosófico y ético que cinematográfico (aunque los efectos de la película sean increíbles, así como su dirección, de un gran David Fincher), partiendo desde el particular y des-corazonador supuesto anti-moralista de Palahniuk.



         La primera escena, contiene un monólogo de Tyler Durden (Brad Pitt), mostrando toda la filosofía que este curioso personaje busca inculcar a todos los miembros del Club de la Lucha. El debate ético-filosófico a raíz de sus palabras es muy interesante, con conceptos anti-materialistas y espiritualistas, criticando el sistema de consumo exacerbado del capitalismo y la manipulación de los medios de comunicación.



        La segunda escena es la quemadura química que Tyler le provoca al narrador (Edward Norton), además de la perorata masoquista, nihilista y ateísta que le suelta mientras le sujeta la mano herida.

                

          La última escena es el final de la película, por lo que, si no la habéis visto o tenéis pensado verla, no os recomiendo que veáis este vídeo. Por eso mismo, no os voy a hablar más de la escena, salvo, quizás, en que deberíais prestar atención al clásico "Where Is My Mind?" de The Pixies.