viernes, 25 de noviembre de 2011

Y así, queridas niñas, el hombre aprendió a reconocer


  Benedicto-  Esto no es una trampa; la conversación transcurrió seria, Hero les da certeza de todo, parece que les da lástima Beatriz, que su amor está tensado al máximo. ¿Me ama? Pues hay que corresponder. He oído cómo me juzgan. Dicen que me pondré orgulloso si veo que el amor viene de ella. También dicen que ella morirá antes que dar ninguna muestra de amor. Jamás pensé en casarme. No debo parecer orgulloso. Dichosos los que, al oír que los critican, saben enmendarse. Dicen que la dama es bella; es verdad, puedo atestiguarlo. Y virtuosa; cierto, no puedo desmentirlo. Y prudente, menos en amarme. A fe que no será una señal de su ingenio ni prueba de su necedad, pues voy a enamorarme locamente de ella. Tal vez se vuelvan contra mí algunas viejas bromas y agudezas que he lanzado contra el matrimonio, mas, ¿no cambia el apetito? De joven, el hombre ama el alimento que no soporta en la vejez. ¿Es que esas pullas, esas máximas, esas balas de papel del cerebro van a espantarle a uno de la vía de sus inclinaciones? No, el mundo hay que poblarlo. Cuando dije que moriría soltero, no pensé que viviría para casarme. Aquí viene Beatriz.

                                                              Entra Beatriz.

  Beatriz-   Contra mi voluntad me mandan para llamaros a la cena.

  Benedicto-   Bella Beatriz, gracias por la molestia.

  Beatriz-   Vuestras gracias no me molestan más de lo que vos os molestáis en dármelas. De haber sido gran molestia, no habría venido.

  Benedicto-  Entonces, ¿os ha dado placer?.

  Beatriz-   Sí, el mismo que se siente con la punta de un cuchillo y sin ahogar a un bobo. ¿No tenéis apetito, signore? Quedad con Dios.

                                                              Sale Beatriz.

  Benedicto-  ¡Ah! "Contra mi voluntad me mandan a llamaros a la cena". Eso tiene doble sentido. "Vuestras gracias no me molestan más de lo que vos os molestáis en dármelas". Eso es como decir: "Cualquier molestia que me tome por vos es tan leve como decir gracias". Si no siento lástima por ella, soy un ruin; si no la amo, un judío. Voy a encargar su retrato.




"Mucho ruido y pocas nueces" o "Mucho ruido por nada" de William Shakespeare. (Lo reitero, salvo que Roland Emmerich tenga algo que añadir).

1 comentarios:

ale dijo...

Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música.


El principito (obra a la cual recurriré siempre.. y siempre es siempre)

Publicar un comentario